CHILE EN EL SIGLO (III Parte)

CHILE EN EL SIGLO (III Parte)


LA EXPANSION MINERA Y LA MODERNIZACION INSTITUCIONAL.

Las tendencias económicas del período anterior continúan desarrollándose plenamente. La actividad salitrera alcanza su más alto índice de producción coincidiendo con el auge de la economía internacional, que tiene una fecha culminante: 1929. Desde luego la expansión de este bien básico de la vida nacional, tonifica la balanza de pagos y el comercio internacional del país: el presupuesto fiscal dispone de enormes, estimulas las otras actividades nacionales, permite tener estabilizado el valor de la moneda, aminora considerablemente el alza de las subsistencias y fomenta el pleno empleo. La gran minería del cobre contribuye también con un aporte creciente al comercio internacional del país. Continua la penetración del capitalismo extranjero, especialmente de procedencia norteamericana, el que consolida sus posiciones en las actividades claves de la vida económica nacional. A los sectores mineros que se han citado, se debe agregar la electricidad, el comercio mayorista y el transporte urbano; finalmente son los prestamistas del Estado. La bonanza económica se acrecienta con la contratación de numerosos empréstitos tanto en el exterior como dentro del país, los que otorga recursos que el gobierno invierte en un vasto plan de obras públicas. La construcción de caminos, escuelas, edificios públicos, servicios de agua potable y alcantarillado, etc. Cambian la faz material del país; en todas estas inversiones hubo ciertamente despilfarros y una ausencia de criterios orgánicos para proyectarlas.

El gobierno afianza la tendencia intervencionista en la vida económica nacional creando nuevos servicios públicos, como Tesorería, Impuestos Internos, Contraloría General, etc.: estimula al capitalismo nacional con la instalación de organismo de crédito estatal, como la Caja de Crédito Minero, la Caja de fomento carbonero, el Instituto de Crédito Industrial. La organización de la Línea Aérea Nacional es otra empresa con que el Estado contribuye a la modernización del país. Se reforma la educación primaria el año 1928, se crea la Dirección General de Educación Secundaria y se promulga el estatuto orgánico de la Universidad de Chile. Se crea una policía militarizada, Carabineros de Chile y se modernizan las fuerzas armadas, instituciones que constituyen uno de los soportes de sustentación del régimen político presidencial.

El gobierno castrense da como resultado una situación paradoja!. Por una parte, mantiene la estructura de la propiedad y la estratificación social en el agro chileno, por otra, estimula y trata de afianzar a los grupos industriales nacionales. Mantienen una política de garantías absolutas a la inversión del capital extranjero, lo que facilita la penetración imperialista, e incorpora a un importante sector de clase media a los nuevos servicios públicos del Estado. El gobierno prosigue en sus líneas fundamentales la evolución iniciada en el año 1920 por el movimiento populista que orienta la clase media. En el fondo, esta situación política no es otra cosa que el establecimiento y consolidación, por la violencia, de la clase media en los poderes del Estado.

La política global del gobierno es, en general, de hostilidad hacia los grupos oligárquicos tradicionales, así como de abierta represión hacia los integrantes del movimiento obrero. El gobierno castrense trata de sofocar las luchas sociales. Esta realidad se empieza a generar a partir de los sucesos de La Coruña en 1925, que dejaron a la Federación Obrera desintegrada orgánicamente y abatida moralmente por la muerte de numerosos de sus afiliados y por la detención y condenación en masa de los dirigentes obreros. El sector anarcosindicalista se había debilitado considerablemente por sus disidencias internas, y por las represiones patronales. De suerte que el panorama socia! era desordenado cuando se inicia el gobierno de Ibáñez. En vísperas de las elecciones presidenciales, el gobierno procede, a clausurar locales y periódicos obreros, encarcela numerosos dirigentes y coloca en los hechos al margen de la ley a las fuerzas organizadas del movimiento obrero. Ibáñez es elegido sin oposición.

La vida pública del país aparece marcada, por la actuación de las fuerzas armadas en la política contingente. La tendencia castrense se manifiesta desde la elección presidencial de 1920; se expresa prácticamente en los golpes de Estado de septiembre de 1924 y de enero 1925 y en la permanencia en el gobierno de algunos de sus líderes más caracterizados. Uno de estos el Coronel Carlos Ibáñez, va culminar el movimiento asumiendo la Presidencia de la República en 1927. Sin embargo, la tendencia castrense se manifiesta formalmente dentro de la nueva Constitución, permite el funcionamiento del Congreso elegido en 1926, y el año 1930, fecha de su renovación, presiona para que los partidos políticos se pongan de acuerdo en una sola lista de candidatos. En virtud de la Ley de Elecciones sed nomina un nuevo parlamento, que se conoce con el nombre de “Congreso Termal” y cuya actuación práctica fue delegar la potestad legislativa en el poder ejecutivo. Este formalismo constitucional no es obstáculo, para que e! gobierno, en forma implacable y al margen de procedimientos jurídicos, proceda a encarcelar o deportar a sus oponentes políticos, y a conculcar las libertades públicas, estado de cosas que origina la protesta de los estudiantes universitarios e intelectuales de clase media.

En los primeros meses de 1930 se dejan sentir en Chile los primeros efectos de la gran crisis cíclica mundial. Este acontecimiento desploma la economía de los países industrializados, genera una pavorosa cesantía de millones de seres humanos y provoca una serie de trastornos políticos. En nuestro país, la depresión conduce a la paulatina paralización de la actividad básica de la economía: el salitre, con todos los efectos fácil de suponer en las demás actividades nacionales y en los servicios del Estado. El gobierno trata de conjugar la crisis creando la Compañía Chilena de Salitre (COSACH) como medio de controlar la explotación y venta del nitrato, pero los resultados son desastrosos: se suspende el pago de la deuda externa; se procede a rebajar las remuneraciones de los empleados civiles del Estado o a despedirlos; medidas transitorias, hasta una eventual normalización del mercado internacional. Paralela a estas medidas económicas, recrudece la represión policial y la protesta de la oposición empieza a alcanzar mayor envergadura. La Federación de Estudiantes orienta el descontento, especialmente de los grupos medios de la sociedad; la muerte de un estudiante y un profesor universitario, provocan una huela general de estudiantes y profesionales, y el gobierno castrense cae en junio de- 1931, obligando a exilarse al Presidente de la República.

La reconstrucción del orden político es compleja y -conflictiva. Los problemas que trae la crisis, así como la forma de encararla, traen la reorganización total de las fuerzas políticas. A partir de 1931 se crean o renuevan los partidos políticos de Chile. Se unifican las distintas fracciones liberales para constituir el partido de esa denominación, portavoz de intereses capitalistas nacionales. Un sector más militante de esta tendencia derechista da origen al Movimiento Nacional Socialista, que se inspira en su homónimo alemán y desencadena la lucha callejera contra el movimiento obrero. El Partido Conservador, de raigambre católica, reagrupa sus fuerzas, apoyándose principalmente en los terratenientes de la zona central; la juventud del partido, inspirada en los principios de la doctrina social de la Iglesia católica, se separa de este y da origen a la falange Nacional, que va a colaborar con el Frente Popular. El partido Radical sigue siendo el eje de la vida política del país, pese a las distintas fracciones que se disputan el control del partido. Su contribución es decisiva para elegir a todos los gobernantes de la época y es el núcleo central de la coalición triunfante en 1938. Finalmente, las secciones políticas del movimiento obrero se manifiestan en la reorganización del Partido Comunista y en la creación del partido Socialista.

El gobierno civilista de Juan Esteban Montero que asumió tras la caída de Ibáñez, debe hacer frente a serios problemas. Durante su gobierno se sublevo la escuadra en Coquimbo y Talcahuano, pero sus tripulaciones son sometidas por las tropas leales al gobierno. Posteriormente, en vísperas de Pascua, afiliados a la FOCH (Federación Obrera de Chile) asaltan los cuarteles de Vallenar y Copiapó, muriendo algunos policías y numerosos obreros. Finalmente, al instaurarse la República Socialista en junio de 1932 sucumbe.

Una junta de gobierno integrada por Eugenio Matte, Carlos Dávila y el General Puga se hace cargo del gobierno apoyado por Marmaduke Grove y otros jefes militares.

Diez días duro la República Socialista, pero en este breve tiempo se toman una serie de iniciativas, algunas de las cuales perduraron, quedando otras solo como manifestaciones de buena voluntad. Entre las medidas políticas esta la disolución del Congreso Termal designado en 1930. Otorga amnistía a todos los procesados políticos civiles y militares, abarcando el beneficio a los amotinados de la escuadra, los participantes de los sucesos de Vallenar y Copiapó, etc. En el terreno económico transforma el banco Central en banco del Estado para regular el crédito, requisa el oro existente en las casas de cambio y joyerías. En el campo educativo anula las medidas disciplinarias del Consejo Universitario contra varios estudiantes, y promulga un nuevo estatuto orgánico, que contempla el co-gobierno con la participación de profesores, estudiantes y egresados. Una iniciativa nacionalista es la promulgación de un decreto que deja en manos del Presidente de la República la facultad de estudiar, conceder y caducar las pertenencias mineras, medidas que de aplicarse, habría afectado a las compañías extranjeras. Finalmente se timan resoluciones que afectan a los problemas cotidianos de los trabajadores, como la devolución de las prendas depositadas en la caja de Crédito Popular, la suspensión de los lanzamientos de aquellas habitaciones que cobran arriendos inferiores a $ 200, y la orden al banco del Estado de conceder prestamos a los pequeños empresarios.

Los mítines se suceden diariamente en Santiago en medio de las arengas de los dirigentes revolucionarios. Los partidarios del régimen forman la Alianza Socialista Revolucionaria de Trabajadores, que trata de encauzar el movimiento popular. Los comunistas organizan el Comité Obrero Revolucionario de Obreros, Campesinos, Soldados y Marineros con sede en la Universidad de Chile. “El Mercurio” de Santiago anuncia la socialización de las empresas, creando comités de obreros para su administración. Todo esto produce la alarma de los sectores oligárquicos, los que incluso insinúan la intervención norteamericana en los asuntos del país.

Todos los hechos, unidos a las disensiones internas de la junta de gobierno, generan un nuevo pronunciamiento militar, como consecuencia de lo cual se apresa y relega a los genuinos lideres socialista como Matte, Grove, González Rojas y otros, e instaura los llamados” cien días “de Carlos Dávila.

La experiencia de la República Socialista demuestra la posibilidad de que los trabajadores asuman el poder político en Chile, rompiendo el monopolio de la oligarquía y sectores de la clase media.

En este período se crean las condiciones políticas que van a conducir a la formación en el año siguiente, del Partido Socialista, el que agrupa a los distintos grupos que actuaron en la república socialista.

El gobierno que sucede a Dávila lo encabeza Arturo Alessandri, que en sus primeros años cuenta con el apoyo de los partidos tradicionales. Mantiene un gobierno autoritario, y mediante el empleo de los mecanismos legales conculca las libertades públicas y persigue a los dirigentes de la oposición. Incluso se crea un cuerpo paramilitar destinado a apoyar al gobierno: la Milicia Republicana, y se promulga en 1936 la Ley de Seguridad Interior del Estado, cuerpo legal que cubre una gran gama de delitos políticos. Los acontecimientos sociales más significativos del período como Ranquil, la huelga ferroviaria, las exoneraciones de profesores, todo lo cual culmina con la masacre de varios jóvenes nazi en el edificio del Seguro Obrero en 1938.

En 1935 se produce un levantamiento campesino en Ranquil. En esta zona se venía arrastrando, el problema de tenencia de la tierra, que se traducía en despojos a los pequeños agricultores y su arrinconamiento en los faldeos cordilleranos, manteniéndose una zona de invernada para su ganado. Se perseguía además el propósito de emplear a ese gran número de personas en las faenas de los lavaderos de oro. Acosada por el hambre y el crudo invierno, una muchedumbre se desplaza en la zona de Lonquimay asaltando algunas pulperías, a lo que el gobierno responde enviando un poderoso contingente policial, que sofoca en forma sangrienta a los campesinos de Ranquil. Decenas de trabajadores mueren y otros tantos son procesados por la justicia y condenados a diferentes penas, las que posteriormente son anuladas por una ley de amnistía.

Las actuaciones del segundo gobierno de Alessandri crean las condiciones para un reagrupamiento de las fuerzas políticas de oposición, así como la unificación del movimiento sindical. También influye en estos acontecimientos el cambio de táctica del Partido Comunista y la final aceptación del Partido Socialista a integrar el Frente Popular. Se forma esta coalición, teniendo como eje al Partido Radical y apoyada por los partidos populares.

El Frente Popular gana por una escasa mayoría la Presidencia, en octubre de 1938. El ascenso al poder del Frente Popular trae un cambio cualitativo de la industrialización con la activa participación del Estado, con miras a fortalecer el capitalismo nacional y crear una burguesía que encabezara la revolución industrial en nuestro país. En segundo termino, se mantiene la “paz social” durante toda la gestión gubernamental de la coalición. El movimiento obrero presta su colaboración para que el gobierno pueda desarrollar sin tropiezos sociales su política general. Los problemas obreros son encauzados dentro de los marcos legales del Código del Trabajo, registrándose escasos conflictos sociales en este período. Se debe agregar que el ejercicio de las libertades públicas fue plena, pese a las dificultades que experimentara el gobierno y a la segunda Guerra Mundial. El Frente Popular elige a dos Presidentes Radicales: Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) y Juan Antonio Ríos (1942-1946, ambos fallecidos antes de cumplir su mandato. Los ministerios se integraran con personeros de filiación radical, socialista, demócrata, incluso falangistas.

El Frente se rompe formalmente en 1941 por iniciativa socialista, aunque este grupo no pasa a la oposición al gobierno; y se reconstruye posteriormente bajo el nombre de Alianza Democrática.

El termino de la Segunda Guerra Mundial significa el fin de la coalición política, y nuevos y profundos problemas emergerán de un mundo destruido materialmente.

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