Arquitectura colonial

La Arquitectura se caracterizó, en la Europa de los siglos XVI al XVIII, a desarrollar un capitulo propio en el panorama constructivo de la Edad Moderna. Sin embargo, la arquitectura renacentista y barroca en Hispanoamérica no es igual en todas las regiones. Mientras la arquitectura colonial resalta en el virreinato de La Nueva España y en la ciudad de Lima, en otras zonas no alcanza ese desarrollo.

Es el caso de gran parte de América del Sur, y el caso particular de Chile, el cual representaba los suburbios de la periferia: si Lima artísticamente se acercaba a Europa, Santiago lo haría de Lima.

Barroco Arquitectónico Colonial


La región central fue la poblada por los colonos. Esta posee una zona de interés arquitectónico: la parte limitada por las ciudades de La Serena y Concepción. Entre ellas, Santiago, donde está la mayor parte del patrimonio arquitectónico del país. Esta situación hace que existan dos sectores bien marcados. Al norte, la arquitectura rural e indígena de la árida Atacama; al sur, la arquitectura insular de Chiloé, promovida por los jesuitas alemanes.

Las guerras araucanas y los terremotos determinaron de alguna manera que no exista un arte colonial desarrollado hasta el siglo XVIII. Tal situación necesita, en muchas ocasiones, la búsqueda de planos, documentos y textos de la época que permitan tener una idea de cómo fue esta obra tristemente destruida. La frecuencia de los terremotos obligó a los arquitectos a concentrarse en la búsqueda de soluciones constructivas que solucionaran los daños. De esta forma, el desarrollo de una arquitectura horizontal, con una cimentación calculada, hace que la arquitectura chilena sea una particularidad, dentro del sistema colonial.

Las arremetidas indígenas se cuentan desde la fundación de la ciudad de Santiago, el 12 de febrero de 1541 por Pedro de Valdivia. Al tiempo, ésta fue destruida por los indígenas, pero fue reconstruida inmediatamente después. A la fundación de Santiago le seguirán durante el siglo XVI las de otros núcleos urbanos, que fueron acrecentando la metropolización del territorio. Posteriormente, en 1544 se fundaron Valparaíso y La Serena; en 1550, Concepción; en 1552, Valdivia; en 1558, Osorno; en 1576, Castro. Una segunda fase en los asentamientos urbanos tuvo lugar ya en el siglo XVIII, cuando se crearon las ciudades de Copiapó, Quillota y Ancud.

Convento o Iglesia San Francisco en la actualidad

A las ciudades recién fundadas pronto llegaron las órdenes religiosas con su estilo arquitectónico, a través de la construcción de capillas, colegios, iglesias y conventos. La arquitectura religiosa, al igual que las casas municipales, los palacios de los gobernadores, los hospitales y otros edificios públicos, son los elementos arquitectónicos que van a embellecer y aristocratizar la ciudad, otorgándole su característico perfil colonial.

Volviendo al tema de los terremotos, éstos han perjudicado el patrimonio arquitectónico y urbano. El peligro sísmico ha particularizado la arquitectura en muchas zonas de Hispanoamérica. Así, se producen las soluciones góticas, el desarrollo horizontal de los edificios, la presencia de contrafuertes y la escasa altura de las torres, son algunas de las características que singularizan la arquitectura latinoamericana frente a los estilos europeos.

En Chile, los movimientos telúricos han sido enormemente destructores. El mejor ejemplo de ello ha sido de que en Santiago sólo se conserva un edificio del siglo XVI, el convento de San Francisco (1586-1628), el cual ha resistido estoicamente los continuos movimientos de tierra. La mayoría de los edificios del Chile colonial no tuvieron esa suerte, desapareciendo debido a los terremotos de 1647 y 1730.

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